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Educa UNIVERSITY|ART AND ARCHITECTURE
¡Hey, qué tal! Soy Carlos Hidalgo, y hoy quiero contarte sobre una vieja pasión que me acompaña desde que tengo memoria: el Art Deco. Sí, ese estilo artístico que habrás visto en los grandes rascacielos de Nueva York, en joyas antiguas o incluso en muebles de lujo. Y no creas que te voy a soltar una charla aburrida de cátedra... no señor. Aquí vamos a hablar de lo que es el Art Deco desde una experiencia personal. Porque te voy a contar algo: a lo largo de mi vida, este estilo me ha acompañado en formas que jamás habría imaginado.
El Art Deco es un estilo que apareció por primera vez en Francia durante los años 1910, pero se disparó al estrellato en la década de los 20s y 30s. Es un tipo de diseño que puedes reconocer a leguas por sus formas geométricas, líneas limpias y un cierto gusto por la modernidad. En pocas palabras, es ese toque sofisticado y elegante que simboliza la opulencia de una época.
Para ponerte un poco más en contexto, te cuento que este estilo se mostró al mundo en la famosa Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas en París en 1925, de ahí el nombre "Art Deco" (sí, muy chic el asunto). Desde entonces, no paró hasta llegar a Nueva York, Londres, y hasta Buenos Aires. En resumen, se volvió un movimiento global.
Te seré honesto, no siempre supe que esto era "Art Deco". Mi primera experiencia fue de niño, cuando visitaba a mis abuelos en Buenos Aires. Ellos vivían en un edificio increíble, de esos con entradas monumentales, lámparas colgantes y barandas de acero que parecían sacadas de otro planeta. Me parecía estar entrando a un palacio moderno, pero sin el polvo y los cuadros antiguos. Todo era brillante, futurista, y al mismo tiempo clásico. Fue solo años después, mientras estudiaba arquitectura, que entendí que ese edificio era un ejemplo clarísimo de Art Deco.
Ahora, para entrar en detalles, si quieres identificar una obra Art Deco como un experto, debes estar atento a varias claves que te harán sonar como un conocedor total:
Cuando empecé a trabajar como arquitecto, el Art Deco siempre fue una especie de musa. Desde pequeños detalles como las molduras geométricas hasta la elección de materiales, siempre encontraba una manera de rendirle homenaje a este estilo. Nueva York fue mi mayor inspiración. Cada vez que caminaba por la 5ª Avenida, no podía evitar sentir que esas enormes construcciones, como el Empire State y el Rockefeller Center, eran monumentos de otra era, una que creía en la tecnología, en el lujo y en el futuro.
Uno de los proyectos más interesantes en los que trabajé fue la restauración de un viejo cine Art Deco. Lo habían abandonado durante años, pero tenía ese algo especial. Al entrar, me encontré con paredes cubiertas de patrones geométricos y un lobby que aún conservaba su piso de mármol negro y blanco. Lo rehabilitamos respetando cada detalle, desde las lámparas de vidrio opalino hasta los mosaicos que recordaban las pirámides de Egipto. Fue un renacer, tanto para el edificio como para mí.
Aunque el boom del Art Deco fue entre los años 20 y 40, su influencia sigue viva. Muchos diseñadores actuales retoman estos conceptos para darle un aire retro a sus obras, pero siempre con ese toque moderno que caracteriza al estilo. En ciudades como Miami y Los Ángeles, puedes pasear por distritos enteros repletos de edificios Art Deco, y en Nueva York, aunque ahora se levanten rascacielos de vidrio, los gigantes del Art Deco siguen imponiendo respeto.
Te aseguro que una vez que te acostumbras a ver las líneas rectas, los patrones geométricos y los colores vibrantes del Art Deco, no puedes dejar de notarlos. Es como si te hicieras parte de una hermandad secreta que ve el mundo de manera diferente.
El Art Deco no es solo un estilo de diseño o una moda pasajera. Es una declaración. Es el resultado de una época en la que las personas creían en el poder del progreso y de la estética. Cada edificio, mueble o joya Art Deco nos cuenta una historia de una era en la que la belleza y la funcionalidad podían coexistir de manera exquisita. Así que la próxima vez que veas una obra Art Deco, ya sea un edificio o una lámpara en una tienda vintage, párate un momento y admira el trabajo que hay detrás. Porque no estás viendo solo diseño, estás viendo un pedazo de historia.
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