Expediente de Regulación de Empleo (ERE): La Guía Completa desde la Experiencia Personal de Carlos Hidalgo

¿Qué pasa, gente? Soy Carlos Hidalgo y hoy quiero hablarles de un tema que, sinceramente, espero que nunca tengan que enfrentar. Pero, si les toca, mejor que sepan de qué va el asunto y cómo salir lo menos perjudicados posible. Hoy vamos a hablar de los Expedientes de Regulación de Empleo. Sí, esos malditos EREs que, con el paso de los años y los golpes de la vida, he llegado a conocer demasiado bien.

Voy a ser claro: esto no es teoría ni palabrería barata. No te voy a soltar un sermón legal sin pies ni cabeza, sino más bien un resumen desde el barro, desde la experiencia de alguien que ha vivido en carne propia lo que significa que una empresa te suelte con un ERE y te deje con cara de “¿y ahora qué?”.

¿Qué demonios es un Expediente de Regulación de Empleo?

Pongámonos en contexto. Un ERE, o Expediente de Regulación de Empleo, es un procedimiento legal que permite a las empresas ajustar su plantilla de trabajadores por diferentes motivos. Ojo al dato: ajustar no significa solo despedir, aunque esa sea la parte más amarga y conocida.

Existen diferentes tipos de ERE, dependiendo de las necesidades de la empresa y de su situación financiera:

1. ERE de Extinción (Despido Colectivo): Aquí no hay vuelta atrás, colega. Te dicen “muchas gracias y adiós” de forma definitiva. Es el típico despido colectivo donde, por razones económicas, técnicas, organizativas o de producción, te dejan en la calle. ¿Y sabes qué? La ley solo les exige dar una indemnización de 20 días por año trabajado, con un máximo de 12 meses. Y si no te gusta, siempre puedes irte a los tribunales, aunque ya sabemos cómo suelen ir esas cosas.
2. ERTE de Suspensión: Aquí no te despiden, pero es como si lo hicieran por un tiempo. Te mandan a casa sin sueldo completo, pero sin perder el contrato. Puede ser por causas económicas o por fuerza mayor, como pasó durante la pandemia. Te aseguran una prestación temporal por desempleo, pero créeme, esa ayuda se va más rápido de lo que piensas.
3. ERTE de Reducción de Jornada: Similar al anterior, pero en lugar de mandarte a casa, te dejan trabajando menos horas. Suena bien, pero con el recorte de sueldo ya no es tan divertido. Esta opción es muy usada cuando la empresa prevé un bache temporal y espera remontar.

¿Cuándo y por qué puede una empresa iniciar un ERE?

Aquí es donde entramos en terreno pantanoso. Las empresas pueden optar por un ERE alegando distintos motivos. La crisis, la falta de ventas, cambios tecnológicos… cualquiera que sea la excusa, suelen empaquetarlo todo bajo el paraguas de “causas económicas” o “organizativas”. Pero, amigo, no siempre es tan transparente como parece. Muchas veces, usan el ERE para recortar costes y maquillar las cuentas. Yo he visto empresas que estaban “en crisis” y, meses después, contrataban gente a manos llenas.

¿Qué se necesita para que una empresa active un ERE?

Primero, la empresa tiene que demostrar que está en problemas serios. Esto no es simplemente que hayan tenido un mal trimestre; tienen que mostrar pérdidas constantes durante tres trimestres consecutivos o un cambio significativo en el mercado. Y si eres de los que están en la cuerda floja, tendrás que enterarte de esto por los representantes sindicales (si los tienes) o por un escueto correo que te deja la sangre fría.

¿Cómo te afecta un ERE?

Ahora vamos al grano, porque aquí es donde la cosa se pone fea. Yo lo viví en primera persona hace unos años cuando la empresa donde llevaba más de una década decidió que era “el momento de hacer ajustes”. En ese entonces, lo que recibí fue una patada en la puerta y una indemnización que, si no hubiera tenido ahorros, no me habría durado ni seis meses.

Pero ojo, no todo está perdido:

1. Derecho a la prestación por desempleo: Si te echan, tienes derecho a paro, siempre que hayas cotizado lo suficiente. Pero no te hagas ilusiones; esas ayudas no te van a mantener por mucho tiempo, sobre todo si tienes hipoteca, niños, o simplemente ganas de vivir algo más que arroz y atún.
2. Indemnización: Mínimo, te deben 20 días por año trabajado. Sí, suena bonito en papel, pero cuando te lo traducen a la cantidad que recibes, se convierte en un chiste malo.
3. Planes de recolocación: En teoría, si el ERE afecta a más de 50 personas, deberían ofrecerte un plan de recolocación. En la práctica, es más bien un saludo a la bandera. Pero bueno, al menos te queda un certificado bonito diciendo que fuiste “considerado” para un nuevo empleo.

El lado oscuro de los EREs: lo que no te cuentan

Lo más duro del ERE no es solo perder el empleo. Es el shock emocional, el “¿qué hago ahora?”. Las empresas, muchas veces, usan el miedo para que los trabajadores acepten condiciones peores de las que les corresponden. Y ahí es donde más se aprovechan.

He visto casos de gente firmando bajas voluntarias pensando que era la única salida, cuando en realidad tenían derecho a pelear por más. El truco está en informarse bien y no dejarse engañar.

Conclusión: Mi consejo como Carlos Hidalgo

Si alguna vez te ves en una situación así, mantén la calma. No firmes nada en caliente. Busca un abogado especializado y pelea por tus derechos. No te fíes de lo que te diga la empresa; ellos van a lo suyo. Tú, mientras tanto, asegúrate de cuidar lo tuyo.

Espero que mi experiencia les sirva de algo. Y, si no, al menos se habrán entretenido un rato. Porque, al final del día, la vida sigue y hay que aprender a adaptarse a lo que venga, incluso si eso significa empezar de nuevo.

¡Hasta la próxima, y suerte en la jungla laboral!