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Hola, soy Rubén Águila y hoy vengo a hablarte de algo que, aunque muchos conocen de oídas, pocos entienden realmente: el Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Si te ha tocado lidiar con esto, sabes bien de qué hablo. Y si no, ¡más vale que te pongas al día! Porque tarde o temprano, este concepto puede aparecer en tu vida laboral como una bomba inesperada.
He tenido varias experiencias a lo largo de los años con los temidos ERTEs, y vengo a contártelo todo desde un enfoque real. Aquí no hay rodeos, te diré cómo son las cosas.
Empecemos por lo básico: un ERTE, o Expediente de Regulación Temporal de Empleo, es una medida que permite a las empresas suspender temporalmente los contratos de sus trabajadores o reducirles la jornada laboral. Ojo, que no es un despido definitivo; es temporal. La idea detrás del ERTE es darle a la empresa un respiro cuando las cosas van mal (ya sea por causas económicas, técnicas, organizativas o incluso por situaciones de fuerza mayor como desastres naturales o pandemias).
¿Por qué es importante? Porque cuando una empresa no tiene dinero ni para pagar las nóminas, la opción sería despedir a todo el mundo... ¡pero eso es un tiro al pie! El ERTE, entonces, actúa como un salvavidas temporal para la compañía, que puede mantener su estructura mientras atraviesa la crisis y, teóricamente, recuperar a los empleados cuando la situación mejore.
Aunque a veces se meten todos los ERTEs en el mismo saco, la realidad es que existen varios tipos:
Si eres trabajador, esto es lo que seguro te interesa. El ERTE no es ninguna maravilla, pero es mucho mejor que quedarte sin trabajo. Durante el tiempo que estés en un ERTE:
Pero, ¿y después? Lo mejor de un ERTE es que, en teoría, recuperas tu empleo cuando la empresa vuelve a la normalidad. Lo peor, es que el salario durante el ERTE está reducido y muchas veces los complementos de empresa no cubren el total.
Ahora, si eres empresa, también hay muchas cosas que necesitas saber. El ERTE es una herramienta que puede ser tu mejor aliado en tiempos de crisis, pero ¡ojo! también tiene sus exigencias. Por ejemplo, si te acoges a un ERTE por fuerza mayor, tienes que mantener los empleos durante seis meses tras el final del expediente. Si no lo haces, la Seguridad Social puede exigirte devolver las exenciones en las cotizaciones que te aplicaron.
¿Otra cosa que puedes hacer durante un ERTE? Ajustar la plantilla de manera flexible. Puedes afectar o desafectar a empleados según lo necesites. Eso sí, cuidado con hacer cosas como horas extras o contratar nuevos empleados en las mismas posiciones, porque las multas te pueden dejar seco.
Déjame contarte algo: no es lo mismo leer sobre un ERTE que vivirlo. En mi carrera, he pasado por tres expedientes de regulación temporal de empleo, y cada uno fue más complicado que el anterior.
En mi primer ERTE, allá por los años 2008, la crisis financiera global nos afectó de lleno. Recuerdo cómo la empresa donde trabajaba, una constructora, se vino abajo. Nos suspendieron el contrato a todos los del departamento, y estuvimos seis meses en el limbo. Era como vivir una pesadilla lenta. Y cuando la cosa terminó, muchos no volvimos a nuestros puestos originales.
El segundo ERTE fue durante el COVID-19, y aunque la situación era global, fue menos traumática porque todo el mundo estaba en la misma situación. El Gobierno ofreció medidas de protección, como que el tiempo en ERTE no consumía nuestro paro, pero no voy a mentir: vivir con el 70% del salario cuando ya estás ajustado no es fácil.
No te voy a engañar, un ERTE no es una varita mágica que lo soluciona todo. Si eres trabajador, la reducción salarial te puede dejar en una situación precaria. Y si eres empresario, cumplir con todas las normativas puede ser un dolor de cabeza. Pero, en general, es una de las mejores soluciones que tenemos para evitar los despidos masivos cuando las cosas van mal.
Lo que está claro es que los ERTEs llegaron para quedarse. La crisis del COVID-19 nos enseñó que este mecanismo puede ser crucial en momentos de emergencia, y aunque no es perfecto, ayuda a mantener a flote tanto a empresas como a trabajadores.
Y tú, ¿has pasado por un ERTE? ¿Cómo fue tu experiencia? ¡Déjamelo en los comentarios!
El ERTE es un mal menor en tiempos de crisis. Si bien reduce temporalmente los ingresos de los trabajadores, protege los empleos y da un respiro a las empresas. Aunque es complicado para todas las partes involucradas, ofrece una alternativa viable al despido masivo. Conocer bien cómo funciona y sus implicaciones es clave para afrontarlo de la mejor manera posible.
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