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El empleo público siempre ha sido un tema controvertido y muchas veces malinterpretado. A lo largo de mi vida, he tenido la suerte –y a veces la frustración– de estar en contacto con este mundo. Te hablo desde la experiencia, no porque me lo hayan contado, sino porque lo he vivido en carne propia. Hoy quiero compartir contigo qué es realmente trabajar en el sector público, cómo se accede y, más importante aún, cómo puedes aprovecharlo si te decides por este camino.
En términos sencillos, el empleo público es aquel trabajo que se realiza para las diferentes administraciones del Estado: la Administración General, las Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales. Desde el policía nacional, el médico de hospital público, hasta el funcionario de oficina de cualquier ministerio, todos forman parte de esta maquinaria que mueve el país.
Para que lo tengas claro, el empleo público se diferencia del privado en su estabilidad. Mientras en una empresa privada puedes sufrir las consecuencias de los vaivenes económicos o de decisiones empresariales, trabajar en el sector público te ofrece una seguridad que pocas veces encuentras en otro lado.
Si eres de los que busca una vida laboral más estable, el empleo público es para ti. Aquí no vas a estar temblando cada vez que llega fin de mes o te llama tu jefe. Y eso, amigo mío, no tiene precio. Según datos recientes, más de un millón de personas trabajan en la Administración Pública en España.
En mi experiencia, uno de los grandes atractivos de ser un empleado público es la seguridad laboral. Una vez consigues tu plaza, es muy difícil perderla. A menos, claro, que cometas una infracción grave. Así que si te preocupa la incertidumbre de las empresas privadas, el sector público es un puerto seguro. ¿No te parece tentador?
Eso sí, no todo es color de rosa. Para acceder al empleo público tienes que pasar por las famosas oposiciones. Y, créeme, no son un paseo por el parque. Aquí es donde la cosa se pone interesante. Las oposiciones son procesos selectivos donde te juegas el todo por el todo. ¿Qué necesitas? Preparación, constancia y una buena dosis de paciencia.
Dependiendo del tipo de plaza que busques, las oposiciones pueden ser más o menos exigentes. Pero en todas necesitarás estudiar y estar bien preparado. ¡No te confíes! Yo he visto gente muy inteligente fracasar por no tomárselo en serio. ¿Un consejo? Empieza a preparar tus oposiciones con meses de antelación. Si puedes, busca una academia especializada o materiales adecuados. Hay miles de recursos, pero la clave está en ser constante.
Ahora bien, cada año el Estado lanza nuevas ofertas de empleo público. En 2023, se han ofrecido más de 40.000 plazas. Es una gran oportunidad si buscas estabilidad, sobre todo en áreas como sanidad, educación o administración general. Y con el auge de la digitalización, cada vez hay más plazas para perfiles tecnológicos. ¡Todo el mundo tiene su oportunidad!
No todos los empleados públicos son iguales. En el sector público, puedes encontrar diferentes tipos de contratos y modalidades de trabajo. Los tres grandes grupos son:
Este último grupo suele ser el más pequeño y menos estable, así que si buscas una plaza fija y estabilidad, tu meta debería ser ser funcionario de carrera.
Muchos piensan que el sueldo es el principal atractivo del empleo público. Pero, aunque es un factor importante, la verdadera joya del sector público está en la conciliación laboral y en los beneficios sociales. Yo mismo he disfrutado de jornadas más relajadas, con menos presión que en el sector privado, y con vacaciones generosas.
El horario fijo es otro gran punto a favor. Si quieres poder desconectar cuando terminas tu jornada, el empleo público es ideal. Aquí no tendrás que contestar correos a las 10 de la noche ni hacer horas extra sin fin. Además, tienes derecho a permisos por enfermedad, maternidad, paternidad y un sinfín de ventajas que en otros sectores simplemente no existen.
Ahora bien, no todo es perfecto. Trabajar en el sector público también tiene sus desafíos. Las administraciones públicas no siempre son eficientes, y muchas veces te vas a encontrar con trámites burocráticos que te sacarán de tus casillas. La famosa "lentitud" del sector público es real, y puede ser frustrante.
Por otro lado, el crecimiento profesional es limitado. Si eres una persona muy ambiciosa, el empleo público puede no ser para ti. Aquí, ascender no es fácil, y muchas veces te vas a quedar en el mismo puesto durante años. Si buscas grandes retos y promociones rápidas, el sector privado puede ofrecerte más.
Desde que aprobé mis oposiciones y me convertí en funcionario, he aprendido que el empleo público es para aquellos que valoran la estabilidad por encima del riesgo. En mi caso, tengo una familia que mantener, y la seguridad de saber que mi empleo no está en juego me permite dormir tranquilo cada noche.
He conocido compañeros que vienen de diferentes sectores, algunos de los cuales han dejado carreras brillantes en empresas privadas para buscar la tranquilidad del sector público. Otros, sin embargo, nunca se han adaptado a la "lentitud" y las rigideces del sistema. Cada persona es un mundo.
Si estás pensando en preparar oposiciones, mi consejo es claro: hazlo cuanto antes. Las oportunidades son muchas, pero también la competencia. Empieza ahora, busca información, estudia los temarios y apúntate a academias si es necesario.
Lo que te garantizo es que una vez que consigas tu plaza, disfrutarás de las ventajas que ofrece el empleo público. Como todo en la vida, tiene sus pros y sus contras, pero si eres una persona que valora la estabilidad, no te arrepentirás.
El empleo público es una opción segura y atractiva para muchas personas. Desde la seguridad laboral hasta la conciliación familiar, trabajar para el Estado tiene beneficios claros. Pero, por supuesto, también tiene sus retos. Si estás buscando una carrera donde la estabilidad sea tu prioridad, y no te importa lidiar con algo de burocracia, el empleo público es una excelente opción. ¡Suerte en el proceso y que consigas esa plaza que tanto deseas!
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