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Educa UNIVERSITY|SCIENCE AND ENGINEERING
¿Sabes lo que es realmente vivir la ciencia? Pues te contaré mi experiencia con el Museo de la Ciencia de Valladolid, un lugar que, te aseguro, te hará mirar la ciencia desde una perspectiva completamente nueva. Mi nombre es Amadeo Pérez, y he tenido la suerte de visitar este museo en varias etapas de mi vida, desde su inauguración en 2003, hasta hace poco, y te garantizo que cada vez me sorprendo más.
Te diré algo: lo primero que te impacta es su arquitectura. Este museo no es solo una serie de exposiciones encerradas entre cuatro paredes. No, ¡aquí todo te habla de ciencia desde el momento en que llegas! Ubicado en lo que fue una antigua fábrica de harina del siglo XIX, sus diseñadores, Rafael Moneo y Enrique de Teresa, aprovecharon la estructura original y crearon una obra moderna impresionante. Esa mezcla entre lo industrial y lo contemporáneo le da un aire de monumento que te invita a explorar.
Ya desde fuera, te encuentras con la Plaza Norte, donde una estatua de Albert Einstein te recibe mientras parece reflexionar sentado en un banco, y si eres de los curiosos (como yo), te detendrás a pensar: “¿Qué cálculos estará haciendo?” Pues bien, en esta plaza no solo está Einstein; también hay una exposición permanente dedicada a las neuronas y su descubridor, Pío del Río Hortega, que fue de Valladolid.
Si visitas el museo, no puedes perderte el planetario. Créeme, he estado en algunos planetarios, pero este se lleva el premio por ser el primer planetario digital de España. No es cualquier cosa, estamos hablando de una experiencia totalmente inmersiva gracias a su cúpula de 11 metros de diámetro inclinada 15 grados, donde se proyectan imágenes del universo a través de seis proyectores que suman la friolera de 11,5 millones de píxeles. Si te apasiona la astronomía como a mí, no querrás salir de ahí.
Ahora bien, lo que diferencia al Museo de la Ciencia de Valladolid de otros museos es su interactividad. No se trata de caminar y leer placas informativas. Aquí puedes tocar, jugar y experimentar. En la planta baja te encuentras con un montón de exposiciones temporales, y entre ellas, una joya: una réplica de un coche Renault 4CV fabricado en Valladolid, considerado bien de interés cultural. Pero, si subes a la primera planta, las cosas se ponen aún más interesantes. Te explican de manera muy clara cómo se genera la electricidad, con modelos que puedes activar para entender cómo funcionan las energías renovables.
Lo que más me fascinó fue la exposición dedicada a la tabla periódica de Mendeleev. Recuerdo cómo cuando era niño, esa tabla me parecía un enigma. Aquí la descomponen de una manera tan visual y entretenida que hasta mi sobrino de seis años la entendió. ¡Qué maravilla!
Otra de las secciones que no puedes dejar de ver es la Casa del Río. Se trata de un espacio dedicado a la ecología que se aprovecha de su ubicación junto al río Pisuerga para enseñarte todo lo relacionado con los ecosistemas fluviales. Aquí puedes ver acuarios, terrarios y aprender sobre los ciclos del agua, la metamorfosis de ranas, sapos y hasta cómo el cambio climático está afectando estos ecosistemas. Personalmente, salí con una nueva perspectiva sobre el cuidado del agua y su importancia para la vida en el planeta.
Ahora, algo que me llamó mucho la atención es que este museo no es solo para adultos. Si tienes niños o jóvenes, te aseguro que se lo pasarán en grande. Hay actividades y experimentos donde pueden interactuar y aprender jugando. Para mí, ver a los más pequeños emocionarse con los experimentos de física o descubrir cómo funcionan sus neuronas fue simplemente espectacular.
Las facultades abarcan diversas disciplinas académicas y campos de estudio, abriendo puertas hacia nuevas perspectivas y explorando diferentes esferas de sabiduría en un mundo en constante evolución.
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