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El bienestar social no es solo un concepto sacado de un libro de texto o una teoría política que suena bien en debates. ¡Para nada! Te habla Carlos Hidalgo, un tipo que ha pasado por casi todas las caras de este término y hoy te va a contar qué significa en la vida real.
Si tú piensas que el bienestar social es cosa del gobierno, los servicios gratuitos y las campañas en la tele... tienes razón, pero también te falta mucho por entender.
Para empezar, el bienestar social es más grande que la suma de todas esas partes. Se trata de una red de derechos y servicios que aseguran que tú, yo, y el vecino tengamos acceso a lo mínimo que necesitamos para tener una vida digna: educación, salud, empleo, vivienda... y todo lo que hace que, al final del día, sintamos que vivimos, y no solo sobrevivimos.
Ahí te va mi historia. Nací en una familia donde el dinero no sobraba y el Estado tuvo que intervenir en muchos aspectos. A veces no sabíamos cómo íbamos a pagar el alquiler o si tendríamos atención médica de calidad cuando alguien se enfermaba. Y aquí es donde el bienestar social entra en juego.
Te lo digo yo, cuando tienes el respaldo de un sistema que asegura educación gratuita, servicios de salud universales y políticas laborales que protegen a los trabajadores, no solo te sientes más seguro, sino que también puedes mirar hacia el futuro con un poco más de optimismo. Pero espera, hay más.
Hay quienes piensan que el bienestar social solo significa dar subsidios o beneficios a las personas más pobres, pero déjame decirte algo: el bienestar social es para todos. No importa si eres pobre, de clase media o millonario. Lo que cambia es el tipo de necesidades que el Estado debe cubrir.
Salud pública gratuita y de calidad, acceso a vivienda digna, empleo justo... Suena bien, ¿no? Pero esto solo funciona si hay un compromiso serio por parte del gobierno de mantener estas políticas a flote. No se trata solo de lanzar programas, sino de asegurarse de que estos sean sostenibles en el tiempo. Y, claro, esto necesita que también haya dinero en las arcas públicas, por lo que una buena gestión económica es clave.
Ah, este es un tema que me apasiona. He vivido, trabajado y pasado por momentos donde sentí en carne propia lo que significa tener o no tener acceso a ciertos servicios. Déjame contarte cómo el bienestar social se manifiesta en varias facetas de nuestra vida:
Aquí viene la parte clave: el Estado tiene una responsabilidad con todos nosotros, y no solo con aquellos que más lo necesitan. Debe garantizar que cada ciudadano tenga acceso a servicios básicos sin importar su clase social. Y si te preguntas si eso es justo o no, déjame decirte que es justo y necesario. Porque cuando una sociedad no cuida de sus miembros más vulnerables, el malestar se esparce como una plaga. Se siente en la economía, en la educación, en la seguridad, ¡en todo!
No es caridad, es justicia social.
Te voy a ser sincero. No todo es color de rosa. El bienestar social puede fallar, y lo he visto más veces de las que quisiera. Cuando los gobiernos no se toman en serio su papel, cuando los recursos son mal gestionados o cuando el sistema está tan corrompido que los servicios públicos se ven deteriorados, la gente sufre. Y no te estoy hablando solo de los más pobres, sino de todos.
¿Has estado alguna vez en un hospital público donde te toca esperar horas porque no hay suficientes médicos? ¿O en una escuela donde los materiales están desfasados y los maestros hacen malabares para enseñar a 40 alumnos? Yo sí, y es desesperante.
El bienestar social no es algo estático. Con cada gobierno, cada cambio en la economía y cada crisis global, este sistema se ve retado y transformado. ¿Qué podemos hacer nosotros como ciudadanos? ¡Exigir! Exigir que se mantengan las políticas que funcionan y que se mejoren las que no. Porque, al final del día, el bienestar social no es un lujo, es una necesidad.
Así que ya lo sabes, amigo. El bienestar social no es solo algo que se deba dejar en manos de los políticos o los economistas. Es un tema que nos afecta a todos, y debemos estar comprometidos con su evolución. Yo, Carlos Hidalgo, lo he vivido en carne propia y sé lo que significa tener o no tener este respaldo.
Las facultades abarcan diversas disciplinas académicas y campos de estudio, abriendo puertas hacia nuevas perspectivas y explorando diferentes esferas de sabiduría en un mundo en constante evolución.
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